"Piyayo"
Un viejecillo renegro, reseco y chicuelo; la
mirada de gallo y hocico de raposo.
Pide limosna por "tangos"y
maldice cantando "fandangos" yo le he visto cantando,babeando de
rabia y de vino bailando con saltos felinos, tocando, a zarpazos, los acordes
de un viejo "tangazo”.
Es su extraño arte su cepo y su cruz, su
vida y su luz, Vacía sus alforjas que
son sus bolsillos,bostezando, los siete chiquillos se agrupan riendo.
Luego, entre guiñapos, durmiendo, por matar
el frío, muy apiñaditos, la Virgen María contempla al ·Piyayo"
El Piyayo se convirtió en una leyenda
gracias al poema del escritor y poeta malagueño José Carlos de Luna
(1890-1965). 'El Piyayo' de esa composición poética está muy idealizado y no se
ajusta a la realidad en distintos aspectos como, por ejemplo, en la descripción
física que De Luna hace de Rafael Flores, que no era tal como se dice en el poema.
Asimismo, 'El Piyayo' no tuvo nietos, aunque en la poesía se destaca que
cuidaba de «sus nietecillos».
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