Vamos a realizar conjuntamente un listado de sentimientos que podemos tener nosotros.
Cuentan que una vez se
reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los
hombres.
Cuando El Aburrimiento había bostezado por tercera vez, La Locura como siempre tan loca, les propuso: ¿Vamos a jugar a las escondidas?
La Intriga levantó la ceja intrigada y La
Curiosidad sin poder contenerse preguntó: ¿A las escondidas?
¿Y cómo es eso? Es un juego, explicó La
Locura, En que yo me tapo la cara y comienzo a contar, desde uno a un millón
mientras ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero
de ustedes que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.
La Alegría dio tantos
saltos que terminó por convencer a La Duda, e incluso a La Apatía, a la que
nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar,
La Verdad prefirió no esconderse. ¿Para qué?
si al final siempre la hallan. La Soberbia opinó que era un juego muy tonto (En
el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) y La
Cobardía prefirió no arriesgarse Uno, Dos, Tres; comenzó a contar La
Locura.
La primera en esconderse fue La Pereza, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino.
La Fe subió al cielo y La Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para cada uno de sus amigos, que si ¿un lago cristalino?:
Ideal para La Belleza. Que si ¿la hendija de un árbol?
Perfecto para La Timidez. Que si ¿el vuelo de una mariposa?: Lo mejor para La Voluptuosidad. Que si ¿una ráfaga de viento?: Magnífica para La Libertad.
Así terminó por ocultarse en un rayito de sol.
El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero sólo para él.
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