Refranes

 




Los refranes comparten similitudes con las sentencias:

también quieren ofrecer al mundo consejos y sabiduría. Un refrán sintetiza el conocimiento de la vida, tiene la cualidad de llegar a todos lados, de correr de boca en boca. Por eso es que los refranes no tienen un autor preciso, sino que es la experiencia de todo un pueblo la que los crea. Además, los refranes se sienten más a gusto en los ropajes de la oralidad, que dentro de los vestidos de la escritura. Los refranes casi siempre se dicen, casi nunca se escriben. En el fondo, los refranes (una forma de conocimiento de la vida) parecen traviesas mariposas de sabiduría, porque dentro de una conversación, aparecen y revolotean por aquí y por allá.

Al buen entendedor, pocas palabras. Agua que no has de beber, déjala correr. No hay mal que dure cien años ni persona que lo aguante. Al hombre que camina no se le paran las moscas encima. Antes que acabes, no te alabes. Amigo en la adversidad, amigo de verdad. Aprende bien a callar, para que sepas hablar bien. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Con virtud y bondad se adquiere autoridad. De buena semilla, buena cosecha. Despacio voy, porque de prisa estoy. El que de mañana se levanta, en su trabajo adelanta. El que mucho corre, pronto para. El que mucho habla, mucho yerra. Honra y dinero se ganan despacio y se pierden ligero. La pereza es madre de la pobreza.

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